sábado, 21 de marzo de 2015

Fernet

Supongo que esta carta está fuera de lugar, si es que esto fuese una carta y nos perteneciese algún lugar. Necesitaba cerrar lo que tu nunca dijiste. Precisaba de una ceremonia absurda que sellase el corazón, y que me liberase de la búsqueda de tu cara entre la gente, de tus últimas noticias y de las notas de guitarra entre tu voz rota.
Quiero pensar que ya no existes, que cambié de escenario, y con ello de película, y que los personajes murieron en el olvido de la caducidad de las cosas. Quiero pensar que tu ser dejó de ser cuando yo dejé de mirarte, que mi existencia daba sentido a la tuya. Que lo poco que te conocía y lo mucho que me gustabas bastaba para que fuese ese tu-yo. Ese eso que hiciera que me quedase.

Ya no tiene sentido preguntarse nada porque no hay respuesta posible que mi corazón comprenda. Además vos ya sos el sol de otra luna. Montevideo dejó de ser, y tú, supongo, con la ciudad. La memoria nos traiciona, y crea la ficción en vida más grande jamás contada.

Estoy llorando en Plaza España de Madrid, sin saber de qué despedirme exactamente si nunca llegué. Nunca saqué las cosas de la maleta, ni el corazón de un vaso de fernet.

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