sábado, 2 de mayo de 2020

Aquellos primeros cuarenta días de cuarentena de 2020

Una lágrima tímida me cae por la mejilla. Los ojos empañados casi no me dejan ver la pantalla. Intento recordar otros tiempos en los que solía escribir mis sentimientos. No me sale. La academia consume mis letras, y el periodismo.
Intento no olvidarme de todas mis vidas pasadas que me hicieron. Las caras que ví, los ojos, ese niño que hizo daño a un perro, cantar canciones brasileras, el camión a oscuras, la casa de la selva y aquello que pasó en San Agustín.

Soy este momento del mundo. Pensando en esa frase que les gusta a los documentalistas: la realidad supera la ficción. Somos hijos de nuestro tiempo, hijos de nuestra generación. Así me siento, entregada al mundo y a las circunstacias de los que amo.

sábado, 30 de junio de 2018

Los demonios

Volví a buscarte. Ya no estabas. No sabía si autoconvencerme de que yo tenía razón o tú. Ya sabes lo que odio que nos enfademos: me duele la tripa, los ojos, la garganta. Me pongo a pensar cosas raras. Hace tiempo que no escribo mis sentimientos. De nuevo lo hago por un hombre, aunque el amor se lo profeso a una tierra.

Me fumo un cigarro en una calle de San Telmo. Está oscuro porque se ha ido la luz en toda la cuadra y se ve menos todavía porque hay una niebla muy densa. Por lo visto esto es algo fuera de lo común en Buenos Aires. Observo como la gente camina, los grupos, las parejas, personas solas. Un par de vagabundos se comen un bocadillo grasiento y la mayonesa les mancha la cara. Tienen hambre. Yo pienso como calmar mi ansiedad con el próximo cigarro que me voy a fumar, sin haber terminado el que estoy fumando. Ansiedad pura. Los demonios atacan mi cabeza fuertemente.

Me agobia la idea de que esta ciudad nos ata porque somos lo único que tenemos. El uno para el otro. Y pienso que no hay peor casamiento. No es legal, es vital. Una pura subsistencia. Pienso en volver, de una forma cobarde-valiente de solucionar este dolor de tripa, de ojos y de gargante. Y luego mepregunto si eso es de ser muy egoista. Llegar, darte un beso y finjir que nada ha pasado. Finjir o fingir. Y ahí me quedo sin hacer nada y mirando a los transeuntes. Me fumo otro cigarro. Me fijo que enfrente hay una basura desbordada y que del contenedor asoma un costillar de vaca roido. Buenos Aires, la ciudad de la carne. No tengo a quien llamar para charlar. No tengo a nadie en esta ciudad. Cálmate, el miercoles llega Vico de Montevideo. Sí. Menos mal.

sábado, 21 de marzo de 2015

Fernet

Supongo que esta carta está fuera de lugar, si es que esto fuese una carta y nos perteneciese algún lugar. Necesitaba cerrar lo que tu nunca dijiste. Precisaba de una ceremonia absurda que sellase el corazón, y que me liberase de la búsqueda de tu cara entre la gente, de tus últimas noticias y de las notas de guitarra entre tu voz rota.
Quiero pensar que ya no existes, que cambié de escenario, y con ello de película, y que los personajes murieron en el olvido de la caducidad de las cosas. Quiero pensar que tu ser dejó de ser cuando yo dejé de mirarte, que mi existencia daba sentido a la tuya. Que lo poco que te conocía y lo mucho que me gustabas bastaba para que fuese ese tu-yo. Ese eso que hiciera que me quedase.

Ya no tiene sentido preguntarse nada porque no hay respuesta posible que mi corazón comprenda. Además vos ya sos el sol de otra luna. Montevideo dejó de ser, y tú, supongo, con la ciudad. La memoria nos traiciona, y crea la ficción en vida más grande jamás contada.

Estoy llorando en Plaza España de Madrid, sin saber de qué despedirme exactamente si nunca llegué. Nunca saqué las cosas de la maleta, ni el corazón de un vaso de fernet.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Puntos suspensivos finales

Hoy compruebo que el amor no es tiempo, ni dedicación. Que todo puede pasar en un segundo. Que te haces fuerte y débil al mismo tiempo. Que extrañas aún estando cerca. Que solo necesitas su piel y sus ojos. Siento como a cada minuto las lágrimas están a punto de salir, y a veces salen, pero no consuelan. Me duelen los ojos de querer mirarte. Cuando creo que se me olvida tu cara de pronto aparece y me preguntas qué va antes, si la cebolla o el pimiento, y de repente estás arriba mío y me guiñas un ojo y tenemos un orgasmo juntos. 
Siento que no dedicases, ni siquiera, un minuto a desgarrarme a tiras el corazón, que lo dejaste pudriéndose solo, a la espera de algo que no iba a suceder nunca. Es curioso como los humanos alimentamos las esperanzas hasta cuando no existen. Es curioso como me cruzo constantemente con la misma piedra, con los mismos cobardes a un lado y otro del océano. Y sigo buscando mi lugar en el mundo. Me pregunto una y mil veces qué hago, si yo era la primera que estaba llena de barreras, ¡y ya no! ya no quiero ser de hielo nunca más, pero nadie me deja derretirme a su lado. 

Qué triste que ni siquiera usaras tus malas intenciones para destruirme. Me dejaste sola en el calendario, en el mapa, en el tictac de las horas… de muerte. Me dejaste sola en un final sin palabras que no puedo entender.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Mundo

No creo en las personas con prisa y sin tiempo. Que miran, hablan y escuchan rápido.
No creo en los que asientan y petrifican sus principios sobre los de cualquier otro.
No creo en aquellos que creen en las palabras y se acotan orgullosamente a su significado.
No creo en lo tangible. No creo en la distancia.
No creo en la ubicación permanente del ser humano.
No creo en todo aquello que esté vacío, o falsamente lleno de piedras.
No creo en aquellos sin malas intenciones, sin picardía, sin ironía.
No creo en los que se venden a la droga, o a la rutina.
No creo en aquellos absurdamente felices y satisfechos. En los que no tienen dudas.
No creo en aquellos que no dicen buenos días y tampoco los desean.
No creo en rios Guadiana ni en efervescencias humanas.
No creo en Teides que se desploman, en Niños que se predicen, ni en Humphry Bogarts que se avergüenzan.
No creo en aquellos que no dicen lo que piensan 'a ver lo que pasa'.
No creo en los que dosifican su vida.
No creo en aquellos que no han conocido a ninguna persona con la que puedan vivir en silencio.
No creo en la gente que siempre tiene una explicación para todo. Y la dice.
No creo en aquellos que no tienen autoestima por miedo o pereza.
No creo en la gente con paraguas que no se moja.

No creo en los que nunca están tristes, ni lloran. En los que necesitan reírse mucho. En los que no vuelan.
No creo en aquellos que no pierden su norte, ni su sur.
Escéptico. Loco. Utópico. Hago lo que puedo en este lapso en el que me encuentro. Entre nacer y morir. Entre el tiempo y el espacio.



domingo, 16 de noviembre de 2014

Voilà

Cuesta más aceptar que entender. Cuesta más subir que bajar, llorar que reír y cantar que gritar. Cuesta querer 'hasta que me demuestre lo contrario'. Cuesta ubicarse y cuando pasa asusta, y cuando se evapora te destroza. Me borraste del mapa. Me arrojaste al vacío de la no existencia mientras te miraba de lejos.
Cuesta quedarse solo mientras alguien sólo vive para marcharse aunque no se mueva. Cuesta vivir mirando a una espalda porque él mismo es lo único que siempre anduvo buscando. Voilà, te encontraste monsieur !

martes, 11 de noviembre de 2014

Historia del cine

Párame en seco cuando me veas absurdamente feliz, locamente enamorada y viviendo la gran ilusión en un ideal mundo que pueda formar parte del imaginario cinematográfico. También cuando me veas cantando bajo la lluvia, correteando por la rambla o gritando a los cuatrocientos golpes lo viva que me siento. Cuando compare un instante con una vida entera, cuando sea tan injusta infravalorando todo lo anterior - conmigo misma y con todos vosotros- dame una palmadita en el hombro. Conviérteme mitológicamente en un hombre de mármol.

Dame las viñas de ira que me merezca para que me baje y no pierda mi norte, ni mi sur. Sólo el cielo sabe lo que tiene que hacer, sólo la angustia corroe el alma. Porque tener, y no tener, al fin y al cabo pertenecen al mismo abrir y cerrar de ojos. El dios y el diablo siguen perteneciendo al mismo mundo, y ambos viven en la tierra del sol.

¿Todo eso existió? pregunté una vez. Y me repregunté miles de veces. El guión era una storyline de ficción, me dieron el escenario y los personajes y me colocaron allí. Al salir, el mundo seguía y el hilo de mi argumento también: se había escrito en la piel. Para siempre. Qué miedo. Me había quedado sola en una película vacía. No importa, ahora todo es digital, no cuesta dinero. Todo se borra. Todo se olvida.